La revista The Lancet diagnosticó el primer caso de WhatsAppitis, una
dolencia física ligada al uso de la aplicación para envío gratuito de mensajes
desde un teléfono.
El primer caso registrado es otro recordatorio de la imprecisa frontera
donde el confort atribuido al uso de aparatos tecnológicos se mueve al terreno
de la tortura.
The Lancet es una publicación de medicina general fundada en 1823 y
considerada en su campo de las más prestigiosas del mundo.
En un artículo del 22 de marzo, la doctora Inés M. Fernández-Guerrero
advierte a sus colegas estar “atentos” a lesiones por el uso de servicios de
mensajería instantánea. Lo hace tras diagnosticar a una mujer embarazada de 34
años el primer caso de WhatsAppitis.
La doctora del Hospital General Universitario de Granada indica que la
paciente con 27 semanas de gestación, presentaba dolor repentino en ambas
muñecas tras despertarse por la mañana.
Fernández-Guerrero anota que la mujer, una médica especialista en
emergencias, “no tenía antecedentes de trauma y no había participado en ninguna
actividad física excesiva en los días anteriores”.
La especialista agrega que también descartó síndrome del túnel carpiano
y daño a los nervios.
La mujer sí trabajó la víspera de la Navidad anterior y, el 25 de
diciembre, respondió a numerosos mensajes que había recibido por WhatsApp .
Su teléfono estuvo en sus manos al menos seis horas en las cuales “hizo
movimientos continuos con ambos pulgares para enviar mensajes”, señala la
doctora.
El diagnóstico para el dolor bilateral de muñeca fue WhatsAppitis.
“El tratamiento consistió en medicamentos antiinflamatorios sin
esteroides y completa abstinencia de usar el teléfono para enviar mensajes. Por
su embarazo, la paciente solo tomó paracetamol (un gramo cada ocho horas por
tres días) con mejoría parcial; pues no se abstuvo del todo de usar el teléfono
por el intercambio de nuevos mensajes el 31 de diciembre (Año Nuevo)”, se lee
textualmente.
El problema del WhatsApp y sus similares, señaló, es que se usan en
pantallas de unas cuantas pulgadas de tamaño; un área pequeña donde la persona
emplea un abecedario aún más pequeño el cual exige mayor esfuerzo físico al
escribir.
Esta situación demanda más capacidad de motora fina pues la distancia
entre las letras es milimétrica. Son esos movimientos cortos los que causan el
desgaste de tendones y músculos por exceso de uso.
Con más frecuencia, el daño asociado al envío de mensajes recae en los
tendones en la palma de la mano y el antebrazo; los responsables del tamborileo
de los pulgares sobre la pantalla luminosa.
Cuanta más extensa la sesión de escritura y rápida la velocidad al
escribir, mayor el riesgo de lesión, explicó el médico.
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